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Un porcentaje del 40% permite ganar unas elecciones generales (en las últimas, el Partido Popular obtuvo la mayoría absoluta con un 44% de los votos), pero también marca otro triste récord del deterioro del mercado de trabajo. Desde que empezó la crisis, más de cuatro millones de trabajadores con contrato indefinido han sido despedidos, según los datos del Servicio Público de Empleo. Eso significa que en torno al 40% de los asalariados fijos (a cierre de 2012 había 10,7 millones) han perdido su empleo desde 2008, aunque algunos de ellos hayan podido encontrar otro trabajo. La crisis económica ha provocado un vuelco en el mercado laboral que permanecerá una vez España consiga volver al crecimiento. No sólo la tasa de paro se ha disparado por encima del 26% y estamos en torno a los seis millones de parados, sino que la estabilidad en el empleo ha desaparecido y nadie espera que vuelva.

La sangría de los trabajadores fijos

En España, en cada crisis económica, las empresas reaccionaban muy rápido a la situación mediante la extinción de contratos. Los primeros en sufrirlo eran los contratos temporales, que resultaban mucho más baratos de extinguir. Pero la larga duración y gravedad de esta crisis ha hecho que se golpee de lleno a los fijos. Y mucho más después de la reforma laboral de 2012. Es la opinión de Antonio González, miembro de Economistas frente a la Crisis, que fue director de gabinete de Valeriano Gómez en el Ministerio de Trabajo. González considera que la reforma laboral va a traer «un aumento brutal de la inestabilidad laboral» incrementando los niveles de rotación y agravando la falta de formación. Todo ello, a su vez, acentuará el círculo vicioso de baja productividad y bajos salarios. «Todas las medidas de la reforma laboral, con su repercusión en los salarios y el debilitamiento de la negociación colectiva, conducen a un mercado laboral de muy baja productividad», señala.

La inestabilidad ya era una característica autóctona de nuestro mercado laboral: más de un tercio de los trabajadores tenía contrato temporal (con la crisis y la reducción de empleo ese porcentaje ha descendido al 23%) y la figura del despido improcedente permite despedir sin causa alguna. Sale caro, antes más que ahora, pero es fácil para la empresa. Con la reforma laboral se reduce el coste del despido y se facilitan las causas para poder despedir al precio más barato. En el resto de los países de nuestro entorno «el despido es bastante más difícil y bastante más barato», señala Antonio González. «Nosotros tenemos la combinación contraria, sólo Dinamarca y el Reino Unido tienen el despido más fácil que en España».

No obstante, Iñigo Sagardoy, presidente de Sagardoy Abogados y profesor de Derecho del Trabajo de la Universidad Francisco de Vitoria, matiza que, antes de la reforma laboral de 2012, el despido era prácticamente la única vía de reestructuración de las empresas porque no se podían reducir los salarios, pero ahora los ERE que se hacen son combinados, no son sólo de extinción sino que en gran parte de ellos aparecen medidas de reducción salarial para evitar una mayor destrucción de empleo. En 2012, primer año de aplicación de la reforma, los ERE se incrementaron un 56%, pero mientras los de extinción crecieron un 11,4%, los de suspensión temporal lo hicieron en un 46% y los de variación de jornada prácticamente se duplicaron.

Además, Sagardoy destaca que empieza a haber muchos descuelgues salariales, incluso acordados con los sindicatos para no aplicar el convenio. «En 2007 y 2008 te encontrabas con empresas en pérdidas que estaban obligadas por convenio a subir el sueldo a los trabajadores. Eso era kafkiano», dice. Desde la reforma se han producido 1.178 descuelgues. Hace dos años apenas había diez. Sagardoy destaca la responsabilidad demostrada por los sindicatos buscando amortiguar la destrucción de empleo. AMPARO ESTRADA- elcorreo

La actual crisis no solo se ceba con los jóvenes en cuanto a la destrucción de sus puestos de trabajo sino que, además, los está expulsando del mercado laboral. Así, en el País Vasco más de 30.000 menores de 25 años han abandonado la búsqueda activa de empleo desde el tercer trimestre de 2007, hartos de no encontrar ninguna salida en él. Las escasas expectativas de encontrar una ocupación -la tasa del paro juvenil en Euskadi es del 46%, según los datos la Encuesta de Población Activa (EPA) del último trimestre de 2012-, y mucho menos de que sea en condiciones dignas, han abocado a la gran mayoría de ellos a volver a las aulas para completar o mejorar su formación académica, si bien no hay cifras concretas al respecto. Otros han optado, sobre todo en los dos últimos años, por salir fuera de la comunidad autónoma -principalmente al extranjero- para buscar una oportunidad laboral, mientras un tercer grupo habría desistido de cualquier iniciativa.

Además, y según el informe, «el dato más preocupante» es que casi la mitad de los desocupados de este colectivo de edad -el 45,9% de ellos- lleva más de un año en el desempleo, por lo que se encuentran ya en la categoría de parados de larga duración, con el consiguiente problema, que no es otro que «el fututo de n uestro país está frenado por un mercado laboral incapaz de absorber el talento de las nuevas generaciones»